El Porsche que me eligió

El Porsche que me eligió

La primera vez que me senté en mi Porsche 986, lo sentí. No era un coche que gritara poder o lujo, pero me habló con calma, como si entendiera exactamente lo que buscaba.

No es el más rápido ni el más llamativo, pero para mí fue perfecto. Ese equilibrio entre deportividad y sencillez, esas curvas, esa sensación de control sin complicaciones, me hizo sentir que estaba viviendo algo único… y que tenía la obligación de devolverle su esencia.

No es solo conducir un Porsche 986; es entenderlo, sentir cómo responde, cómo su motor late contigo sin estridencias. Es un coche que no impone, sino que acompaña.

Para mí, ese Porsche 986 ha sido el primer paso hacia una pasión que sigue creciendo.